D.d.M.: Argentina-Croacia o cómo tramitar el pasaporte a la Eternidad
En la sinfonía del mundial “Guerreros de la Scaloneta” el partido contra Croacia tiene su lugar de composición perfecto: después de la máxima tensión y dramatismo holandés, la distensión y el goce, antes del evento colisionante de la Gran Final. Digamos que era un encuentro que se lo merecía la selección, porque había demostrado esa capacidad de imponerse a partir de buscar el juego, conexiones de buen pie y cabeza templada, del mediocampo a la delantera, sumado la conducción iluminada de Lionel y el sentido arácnido y letal de Julián para transformar diferentes situaciones en oportunidades de gol.
Sin embargo, hubo que esperar al primer gol para entrar en esa zona de confort. De a poco fuimos acomodándonos en los sillones. El mediocampo croata era duro y dinámico pero sus buenos atletas y pasadores se quedaban con pocas ideas al llegar a nuestra área. Ahí, supongo, el DT decidió ceder un poco la posición para salir rápido, táctica apreciable y no tan explotada con la que llegó la jugada del penal.
Pero el conjunto blacánico cayó ante un equipo. Esta solidez y funcionamiento colectivo, con sus momentos para individualidades sobresalientes, es lo que nos lleva al presentimiento común que “llegamos mejor armados que en 2014”. Como argentinos no nos conmueve las acusaciones de arreglo del Mundial, porque nos acostumbramos a la corrupción y la trampa, como formas del poder y tretas del débil. En estas disputas mundialistas ya hemos sido ultrajados y eso no debe pesarnos. Para nosotros, contra todo lo que se nos ha impuesto, en el campo del juego y a través del camino a la gloria, vale todo.
“Estoy cansado de comer mierda” dicen que dijo Mascherano antes de una de las últimas finales que se malograrían contra Chile. Masticamos mucha mierda y la escupimos. Digerimos los malos tragos y ya bebimos la copa de la gloria contra Brasil en el Maracaná. Nos comimos al rival en una semifinal como nunca antes. Nos falta un último paso a la cima.
En un país árabe que se erige en las fantasías del lujo, la Copa del Mundo será más dorada que nunca cuando este equipo la levante y quizás así sucede una suerte de justicia divina, la providencia que acompaña y se logra con el trabajo, que baje desde el cielo de Diego a regar el suelo argento.
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